Construyendo con templanza un mundo de autorrealización
Coordinar cada una de las actividades que enmarcan nuestro proceso educativo se convierte en un quehacer placentero, cuando se cuenta con un Equipo docente que dedica tiempo de calidad a cada una de las individualidades de sus estudiantes y cuando ellos y sus familias aceptan gustosos ser guiados…Esto es precisamente lo que define el quehacer de nuestro Establecimiento.
El foco está dado en brindar a los alumnos el poder para definir sus metas, trabajando por ellas con el convencimiento de que todo se puede y que ante una caída existe otro camino, otra forma de intentar y reintentar, pues la carrera no siempre se gana a la primera y no siempre requiere del mismo paso.
“La camiseta bien puesta” es parte del mensaje interno que cada uno asume en el recorrido que realiza para lograr sus objetivos. Alumnos, padres, Apoderados, profesores, Administrativos, Asistentes; cada uno desde su rol internaliza sus compromisos, se identifica con ellos y se esfuerza por dar lo mejor de sí.
Como ya decía, es parte del aprendizaje, percibir cómo y por dónde transitar, pues aunque parecemos todos iguales, hay procesos propios que nos hacen mirar no sólo el inicio o el recorrido, sino el fin de éste de distintas maneras.
Si miramos a nuestros alumnos, hay quienes inician muy ansiosos, sensibles e inmaduros; hay otros más seguros, complacidos y confiados; estamos ahí para los primeros, ayudándoles a aplacar sus inseguridades. También estamos para los segundos, ayudándoles a calmar sus seguridades, pues como ya sabemos, en los extremos hay equivocaciones. Y es aquí donde aparece la templanza, virtud cardinal en la que me quiero detener… ¿Y por qué tan importante? … Porque ella nos comunica y acerca al equilibrio, en un mundo que sí la necesita con urgencia, pues es fácil desviar la mirada en esta era de contradicciones en la que se evoluciona e involuciona, llegando a pensar muchas veces que todo está dado y que no es necesario el Guía o Mentor para el camino…